7.9.08

Max Reinhardt

Max Reinhardt


(Maximilian Goldman; Baden, 1873 - Nueva York, 1943) Director de teatro y cine austríaco. La figura de Max Reinhardt representa un auténtico mito dentro del mundo del teatro por sus cruciales aportaciones a esa disciplina artística. Los trabajos escénicos de este creador han pasado a la historia por su enorme capacidad para crear formas impresionistas mediante el uso de la luz, contraviniendo la práctica habitual basada en el naturalismo, y por el cobijo otorgado al revolucionario movimiento expresionista que más tarde daría sus principales frutos en el terreno cinematográfico.
El juego de luces y sombras, tamizadas por cortinas, así como unos imaginativos decorados, le sirvieron para crear una continua sensación de movimiento que expresaría las tensiones internas de la obra dramática. Ese contraste violento de tinieblas y claridad posibilitaría también la creación de una atmósfera densa, donde los actores se expresarían mediante la mímica y la gestualidad del cuerpo antes que a través del simple recitado enfático del texto.
Impulsor y dinamizador de numerosos experimentos teatrales cercanos en ocasiones a la vanguardia, Max Reinhardt tuvo igualmente una influencia capital en la configuración del expresionismo cinematográfico y en la enseñanza teórica de futuros directores e intérpretes tan emblemáticos como Ernst Lubitsch, Friedrich W. Murnau, William Dieterle o Emil Jannings.
No contento con ello, el creador de instituciones escénicas tan prestigiosas como el Volksbühne de Berlín o el Theater in der Joseftadt de Viena dio además el salto a la práctica como director en algunos momentos. Así, en 1913 firmó el díptico formado por Die Insel der Seligen y Eine Venezianische Nacht, donde intervinieron actores como Alfred Abel o Erika de Planque y que sobre todo pretendió ser un primer acercamiento a la dirección cinematográfica. Seis años después, la adaptación de un fragmento de Ricardo III, según la obra de William Shakespeare, protagonizado por Conrad Veidt, cerró estas incursiones tras las cámaras de Max durante el periodo mudo.
Sin embargo, su verdadera aportación al mundo del cine llegó con El sueño de una noche de verano (1935), codirigida junto a su discípulo William Dieterle. Tras el ascenso al poder del régimen nazi de Adolf Hitler, Max Reinhardt emprendió un largo exilio por Inglaterra, Francia e Italia que desembocó finalmente en los Estados Unidos. Recibido como uno de los creadores más importantes de la historia del teatro, la Warner puso en sus manos la posibilidad de adaptar la famosa obra de Shakespeare, que Max Reinhardt acababa de llevar a los escenarios de Estados Unidos en un espectáculo al aire libre concebido para 25.000 espectadores.